Benalúa demanda la apertura de su centro social al finalizar el año
La asociación vecinal de Benalúa-El Templete ha continuado su lucha por la construcción de un centro social, manifestándose cada sábado en la plaza Navarro Rodrigo. Este fin de semana, que marca el cierre del año, se ha convertido en el número 70 de estas protestas. Los vecinos de la zona insisten en la necesidad de este espacio, una promesa que ha quedado en el aire durante años en uno de los barrios más envejecidos de la ciudad.
Entre los manifestantes se encuentra Lolita, una vecina de 99 años, y Ernest Gil, presidente de la asociación. Gil ha expresado su frustración ante la falta de información concreta por parte de las autoridades: «Solo reclamamos que nos den información real; no hay proyecto, ni plazos, ni financiación», ha declarado, enfatizando la urgencia de la situación.
Una demanda histórica
La exigencia de un centro social se ha convertido en un clamor recurrente en el barrio. Este año, los vecinos han notado que la cuestión ha sido incluida en el acuerdo de presupuestos entre los partidos políticos locales. «El acuerdo menciona que se iniciarán las gestiones para el centro social, pero es algo tan etéreo que no sabemos si llegará a concretarse», ha afirmado Gil, quien ha señalado que la comunidad lleva esperando esta infraestructura desde 1999.
El último avance significativo ocurrió el 16 de diciembre, cuando la Junta de Gobierno aprobó un cambio de uso en una parcela destinada a la construcción de un edificio de viviendas intergeneracionales. Este espacio también podría albergar el tan ansiado centro social, aunque los vecinos permanecen escépticos ante la falta de detalles concretos.
Escepticismo y exigencias
A pesar de los anuncios, los residentes de Benalúa se muestran cautelosos. «Hasta que no veamos en la parcela el cartel con el nombre del arquitecto, la financiación y los plazos de construcción, no creeremos que vaya a ser una realidad», ha manifestado Gil. Los vecinos insisten en la necesidad de contar con espacios sociales que no solo cumplan la función de un centro social, sino que también incluyan un centro de día, una biblioteca y otros servicios esenciales.
La comunidad ha dejado claro que no se rendirá en su lucha. «No nos vamos a callar ni vamos a claudicar, porque lo que demandamos es de justicia y de una discriminación que no sabemos ni cómo se atreven a seguir manteniendo», concluyó Gil, reafirmando el compromiso de los vecinos en su búsqueda de un futuro mejor para su barrio.