Sánchez, el ingenuo que se alimenta de los suyos
Un largo silencio
Han transcurrido 45 días. Un periodo de 45 días en el que ha estado oculto. Durante este tiempo, su partido ha estado sumido en una crisis profunda, desangrándose ante los ojos de la opinión pública. Finalmente, cuando decide salir de su escondite, no lo hace para ofrecer explicaciones o asumir responsabilidades. Sale para ofrecer la cabeza de Santos Cerdán. Su mano derecha. Su sombra.
Este es el hombre que lo acompañó en momentos críticos, incluso cuando su figura política se asemejaba a un cadáver. Cerdán fue el arquitecto de las primarias amañadas y el responsable de las alianzas tóxicas que se forjaron con separatistas y populistas. Además, fue quien manejó la fontanería sucia del ‘sanchismo’, asegurando que todo funcionara bajo la superficie.
La entrega como estrategia
Hoy, en un giro inesperado, decide entregarlo. Pero no lo hace por principios o por un sentido de dignidad. Lo hace por puro instinto de supervivencia. En un contexto donde la presión es insostenible, sacrificar a su mano derecha parece ser la única salida viable para intentar salvar su propia posición.
Este acto de entrega no es solo un movimiento político; es un reflejo de la desesperación que lo rodea. En un entorno donde la lealtad se ha vuelto un concepto relativo, cada decisión se convierte en una cuestión de vida o muerte para su carrera. La pregunta que queda es: ¿será suficiente esta maniobra para recuperar el control y la confianza de su partido?
